miércoles, 9 de febrero de 2011

La Passio según Rafael García-Valdecasas

Cuerpo de acólitos del Stmo. Cristo de la Expiración (RGVLT)

Un día especial e inolvidable. Así definiría la jornada del sábado 11 de abril de 2009, fecha que hay que recalcar con letras doradas en la historia de nuestra ciudad. No obstante, es importante apuntar que no sólo fue portentoso y magnífico para los cofrades, sino para toda la sociedad granadina en general, por lo que significó y por la prueba que superamos de forma exitosa a la hora de organizar y acoger tal extraordinario evento.

Es el momento de contar mi experiencia. El Sábado Santo empezó de forma diferente. Buceando por internet en busca de los últimos partes meteorológicos. Todos ellos indicaban que la jornada sería fría y gris y, efectivamente, así lo era tal y como pude apreciar personalmente al salir hacia el centro para poder ver el traslado de los pasos hasta la S. I. Catedral Metropolitana.

Una vez allí, nunca olvidaré la estampa que pude observar al llegar a Plaza Nueva. Dios quiera que algún día se pueda repetir. Cuatro Hermandades juntas, en primer lugar llegaba de Cárcel Alta el Perdón, uniéndose sucesivamente a  Sentencia, Amargura y Misericordia. ¡Estaba en el mismo cielo! Era un sueño que se había hecho realidad.

Al darme cuenta que era realidad, me puse en dirección lo más rápido que pude hacia la plaza de las Pasiegas. Al llegar, reafirmé mis sentimientos, y seguí disfrutando de esta jornada tan extraña en Granada y tan añorada por todos, al ver llegar los distintos pasos (todos con alguna novedad y totalmente diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver en nuestras calles) que llegaban de los barrios del Realejo, Centro, Fígares y Zaidín. ¡Qué maravilla!

Ya por la tarde, unas cosquillas empezaron a recorrerme todo el cuerpo. Era el momento que muchos estábamos esperando. La suerte estaba echada y ya sólo quedaba que el tiempo acompañase. Éste fue el único pero de la jornada. Al final, todas las Hermandades excepto el Silencio, pudieron participar en tan magno acontecimiento.

En mi caso, el nerviosismo se mantuvo desde que entré a la Catedral con mi Hermandad por la puerta del Perdón, hasta que puse los pies en el asfalto de Cárcel Baja, dejando el camino de la Passio para siempre. En ese momento sentí un sabor agridulce. Agrio porque la Passio ya se acababa y dulce por la grata impresión que dejamos a lo largo del recorrido y porque el camino de regreso todavía me deparaba recuerdos inolvidables. El hecho fue que la vuelta se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

Siempre se ha dicho que lo bueno pasa rápido y, eso fue lo que sucedió. Estoy seguro que no sólo me lo pareció a mí, sino a todos los cofrades que pudimos vivir aquél día tan histórico y tan especial para nuestra ciudad y, por supuesto, para nuestra Semana Santa. Ciertamente, no puedo concluir este pequeño ensayo sin indicar, que tal acontecimiento ha sido uno de los motivos por el cual nuestra Semana Mayor haya sido declarada de Interés Turístico Internacional, reconocimiento que comparte con las vecinas Málaga y Sevilla.

Rafael García-Valdecasas La Torre, hermano de San Agustín y Escolapios

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el artículo. Un saludo de un cofrade

Anónimo dijo...

Felicidades por tu artículo, describes lo que muchos cofrades sentimos.