miércoles, 18 de mayo de 2011

La Passio según Pablo Sánchez


La Misericordia llega a Catedral (EFH)

Año 2009, un año especial para todos, un año en el que de nuevo y casi desde que se configurara la Semana Santa, como la conocemos, volveríamos a ver en la tarde del Sábado Santo los pasos seleccionados cronológicamente relatando la pasión de Cristo con la particularidad de que solo procesionarían las imágenes originales. Así a pesar de la controversia de la decisión, la Semana Santa de 2009 tenía un significado especial para mí y todos mis compañeros de trabajadera y es que como integrante de la cuadrilla del Santísimo Cristo de la Misericordia, ese año tendríamos la oportunidad de portar sobre nuestra agraciada cerviz al Cristo original de Mora no una sino dos veces, una el Jueves Santo, que fue una estampa especial ver a tan majestuosa talla saliendo de San Pedro y recorriendo de nuevo las calles de Granada, y otra el Sábado Santo. 

Llegó el ansiado e histórico día, pero ¿por qué el tiempo siempre tan caprichoso despertó en tan esperada jornada encapotando la ciudad? Aún lo desconocemos. Pero la  nubes no menguan la ilusión, así que ahí estábamos, ataviados con nuestros costales negros. Y en silencio nos metimos bajo el Santísimo y tras levantar, con el son que caracteriza a esta cuadrilla y con un pellizco especial, por lo especial del día y porque a nuestra llegada veríamos una estampa que en nuestras vidas olvidaríamos. Salimos del atrio de Su templo, enfilando la Carrera del Darro y entre los respiraderos  admiramos la primera estampa que pocos verían: el Cristo del Perdón, Jesús de la Amargura... en perfecta fila uno tras otro, así, con izquierdos 'reposaos' hasta que el capataz manda un "izquierda alante derecha atrás", sería el glorioso giro que mandara nuestro capataz y que conduciría a la solemne entrada de la Misericordia de Dios en la Catedral Metropolitana. 

Ahí estábamos, queríamos más, porque algo nos decía que serían nuestras últimas chicotás, pero también había un sentimiento de arriar el paso y ver la estampa. Y así fue, tras entrar  giramos, dimos unos pasos para atrás, se manda una derecha por igual y arriamos. Al salir y tras los abrazos normales de compañeros de trabajadera, mientras me despojo de mis costal, alzo la mirada y me encuentro lo que probablemente no vea más, la pasión y muerte de Cristo representada por las más grandes gubias de Granada y Andalucía, en perfecto orden. Pero rápidamente el personal de seguridad nos saca literalmente de la Catedral, hasta las 15:00 horas que nos viéramos en la plaza del Mercado de San Agustín, a esa hora los nervios eran especiales, al darnos los relevos y trabajos, nos fuimos al punto de relevo. 

Allí y tras intentos de lluvia torrencial y después de ver a auténticas joyas de la imaginería pasando por nuestros ojos en orden silencioso y recubiertas por plásticos, nos llama el capataz a nuestro móvil, diciendo que volvamos que no salimos. 

Largo y tendido se habló de este asunto, opiniones muy diversas pero el sentimiento que me quedó fue de tristeza y de resignación. Pero poco se puede hacer ante el tiempo tan caprichoso. Luego te queda la tranquilidad de que por lo menos la obra de José de Mora no fuera una víctima más del agua caída.

Pablo Sánchez, costalero del Cristo de la Misericordia (El Silencio)

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