miércoles, 13 de abril de 2011

La Passio según Emilio Martín

El paso de las Tres Caídas saliendo de la Catedral

Dos años ya, dos años desde el magno acontecimiento de Granada. Dos años en los que seguimos recordando aquel maravilloso día aunque tormentoso.

Este sábado eran las seis de la mañana, cansado por una semana llena de emociones y esfuerzos, pero emocionado porque había llegado el día grande esperado por toda Granada y no solo los cofrades, PASSIO GRANATENSIS.

Instintivamente me asomo a la ventana a ver el tiempo. Conclusión, miedo me da.

Debo darme prisa a las 7:00 horas debo estar en Santo Domingo para el traslado de pasos a la Santa Iglesia Catedral.

Me encamino hacia Santo Domingo, en ese paseo vespertino que un granadino afincado en otros lares ansía realizaar cada día, siempre es agradable a pesar del frío y a la mente me vienen recuerdos constantes de cuando era uno más en la ciudad de Granada, cuánto ansío volver.

Sorprende ver la ciudad tan vacía, parece que las calles no son mías. El frío, me atenaza por Carril del Picón. El tiempo no acompaña, clarea el día y las nubes nacen amenazantes, las dudas se apoderan, la desazón aún más, ¿seguirá adelante?, ¿Qué estarán pensando los oficiales de las hermandades?, ¿estará a pesar de la hora echando humos los teléfonos y páginas web del tiempo?

Mi impaciencia por llegar me lleva a estar de los primeros en la plaza de Santo Domingo.

No pasan ni unos minutos cuando comienzan a llegar costaleros por todos los ramales de la plaza, como si hubiera caído una tormenta no de agua sino de costaleros, hermanos perfectamente trajeados, curiosos cámara en ristre, pero mirándolos a todos les denoto ilusión en sus caras.

Se sucecen los buenos días, abrazos, besos, pero, a la vez, se percibe en el ambiente una doble sensación, toda la alegría del día y la preocupación por la climatología.

Hablando con unos y otros dentro de Santo Domingo, de pronto, se escuchan voces, se hace silencio, ese segundo mientras te enteras que ha pasado se hace eterno, sobretodo cuando te da la sensación de que esto se suspende. Pero caray, lo que se oye es a los distintos capataces ordenando que rápidamente todos a hacerse el costal, fajarse, recomponerse y demás quehaceres de un costalero.

Los nervios se apoderan de todos, hoy, se acentúan aún más, no importa que lleves 5, 10 ó 25 años, es algo nuevo para todos y solo queremos escuchar VAMOS QUE NOS VAMOS PARA CATEDRAL. Y así es, gracias Señor de las Tres Caídas.

Se oye el primer martillo, LA CENA, ese barco de nuevo palos que nos emociona, no solo por la maestría de la gubia de Domingo Sánchez Mesa en el conjunto pasional sino por el poderío y solidez de esta cuadrilla andando como buque que despliega todo su volumen para navegar por las calles de Granada


CAÑILLA, golpe de llamador, enseguida la tenemos en la plaza, paso señorial y de categoría. Como se gustan en esta plaza, su plaza. Con rotundidad y calidad se colocan tras el paso de la Cena.

Ambos pasos Cena y Cañilla inundan la plaza de Santo Domingo. Y de pronto embelesados por el moomento, aparece por Carnicería, el HUERTO, llama la atención el imponente olivo que cubre casi la calle de lado a lado sobre el magnífico paso rematado y acompasado por un fantástico a paso mudá

Señor, en Santo Domingo ya no caben más, que momento más bonito y cofrade vivimos, inigualable y único. Que avance el de la Cena, que se intercale el Huerto y le siga la Cañilla, que todavía que uno con su cortejo completo.

En cuestión de minutos y con la magia que le caracteriza TRES CAÍDAS, se presenta en plaza de Santo Domingo, esto ya es una locura. Impresionante, boquiabierto por la puesta en escena de este misterio, mi misterio.

Encomiable el trabajo de los priostes por la vestimenta del Señor con su nimbo de gloria, la puesta de flor, nunca vista en este misterio y las vestiduras del Centurión Romano con esa capa de leopardo y sus grandes plumas blancas del miércoles sustituidas por las cortas plumas de luto.

En calle Ganivet se incorpora al cortejo, otro Realejeño, PACIENCIA y organizados iconográficamente avanzan por esta calle de Ganivet.

Que estampas quedan en mi retina, no lo crees pero lo ves, andas hacia delante para pillar en Puerta Real a la SANTA CENA, vuelvo hacia atrás para ver TRES CAÍDAS andar. Martillos que se suceden uno a otro, levantás al cielo que hace de la calle Ganivet como un mar por el que discurre una ola.
Ganivet, relevo, entro, me santiguo, rezo una pequeña oración y abrazos con los hermanos costaleros colindantes.

Hablas de la maravilla vista hasta el momento, te preguntan como va la cosa, como van los demás. Preguntas como van, si arrea a esta hora de la mañana, que sensaciones tienen debajo y todo es positivo e indescriptible.

Fuerte pa`rriba y al cielo, obedientes al toque del llamador, fuerte, dejas que te caigan arriba los kilos y tú sólido y fuerte. "Vámonos", se oye, de pronto las cornetas y tambores se sustituyen por el suave racheo que se armoniza con el asfalto, que también es música.

Pronto en Mesones, calle que castiga a los costeros, pero da igual, que bonito es esto, sin música, solo con el sonido de los martillos y racheo de pies, hoy es PASSIO GRANATENSIS, y la calle se olvida.

En Mesones cada levantá va dedicada a alguien, pronto llega la variación Mesones con Marqués de Gerona, paso arriao antes de la variación. A nuestra izquierda esperando el SEÑOR DE GRANADA, EL RESCATE.

Jamás se vieron y hoy se han visto.

Instantes después, llama de nuevo Migue, nos arenga y aflora el vello de punta a cuantos estamos debajo y a los que están por fuera. Levantá con poderío de TRES CAÍDAS por nuestro SEÑOR DE GRANÁ.

Finalizamos calle Marqués de Gerona, la gente se agolpa alrededor, los comentariso son asombrosos, la gente se ha vuelto loca, a nosotros también nos embarga la emoción. Tanto, que Jesús, que no aguanta más, llama la atención de todos y nos ordena entrar en la plaza como entra TRES CAÍDAS, con izquierdos, se nos va la pinza, Sí, pero no importa hay que seguir y morir por este día.

Última chicotá, toque de llamaor, llamada al patero, contestación de éste y el capataz, entona antes del gran acontecimiento de PASSIO GRANATENSIS, la frade que resume esta vivencia,

"GLORIA AL REALEJO Y AL CIELO TRES CAÍDAS".

Emilio Martín, costalero del Muy Antiguo y Milagroso Señor de las Tres Caídas

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