viernes, 20 de mayo de 2011

La Passio según Jorge Heredia


Hace pocos días se cumplió el segundo aniversario de lo que ha sido, sin duda alguna, el gran evento cofrade granadino de ésta época que nos ha tocado vivir. Pero no por este tiempo no me lleno de nostalgia al recordar todo lo acontecido en aquel Sábado Santo.

Mi experiencia viene marcada tras la priostía de la Cofradía de los Escolapios y en todos esos preparativos que veríanse satisfechos aquel 11 de abril.

Nerviosismos sin duda en todos estos previos: cuadrar horarios, ver alternativas de ida y regresos, la elección de la flor y cera más apropiada, el ver que hermanos van a participar con su túnica nazarena, preveer un esfuerzo de una cuadrilla que ese día sería más compacta y más de la Hermandad que nunca y la eterna duda en las Cofradías del Viernes Santo ¿nos quedamos en Catedral o regresamos a casa?

Y aunque la Hermandad decidió realizar su Estación de Penitencia completa las inclemencias meteorológicas obligaron a guarecernos y permanecer en la Santa Iglesia Catedral. Fue una noche muy dura.

Y no acababa de despertar el Sol, cuando el equipo de priostía, en número de tres puesto que no nos permitían más personal, se dirigía a la casa de todos los granadinos para preparar a nuestro querido Titular para tal evento.

Cardos cucos del nilo, calas granates y negras, anturium blanco, iris azul y rosas granates se iban disponiendo sobre el ya existente monte de clavel sangre de toro con las prestigiosas manos de Manolo de Floristería “Jaldo”, qué gran profesional y cuánto aprendimos contigo, siempre te estaremos agradecidos. La asimetría y naturalidad era la preferencia ese día para conseguir un elegante calvario.

Mientras el resto del equipo preparaba la cera de ciriales, se volvía a limpiar el paso, se cercioraba que todo estuviese en su sitio, la caña, las escaleras y hasta los plásticos.

Uno de los momentos que recordamos con mucho cariño fue el momento en el que decidíamos que era la oportunidad para volver a ver al Señor de la Expiración en la calle con Potencias y Corona de Espinas, como antaño. Y emotivo fue el momento en que la portentosa Imagen era descendida en el calvario y con mucho respeto se fue pojando de tales elementos ante en la cariñosa sorpresa de la priostía de la Soledad de San Jerónimo, que también andaban preparando una nueva candelería a la Señora de Granada.

Curioso fue también contemplar, frente a nuestra posición, la cariñosa mirada de nuestra Madre, Mayor Dolor nos esperaba en el otro ala de la catedral, bajo su paso de palio, atenta siempre a su Hijo. Que trabajito nos costó llegar hasta ti ese día… ¡¡parece que íbamos a robarte algo!!

Pero si tengo que quedarme con algo esa mañana, es de cómo sin darnos cuenta, puertas abiertas de la Catedral, pasos a diestra y siniestra entraban a la Seo, que maravilla fue darse cuenta que Granada si que ha avanzado y que hay grandes pasos que portan sublimes Titulares y priostías que son capaces de demostrar que en Graná hay mucho arte. Todo un lujo que desde el canasto del paso de Expiración se percibía: si mirabas a la izquierda la dolorosa de las dolorosas de Granada, la Soledad de Mena flanqueada por la dulce mirada de las Angustias Coronada de Santa María de la Alhambra, y si mirabas a la derecha, Mora en su estado puro, la Soledad a los pies del Calvario.

Curioso también el momento en el que el paso del Señor de la Oración en el Huerto se encuadraba justo delante del paso de Expiración. Las dos imágenes de don Domingo Sánchez Mesa juntas de nuevo, y curioso era ver como, si mirabas a ambos pasos de frente, asomaba por encima de tan portentoso olivo la efigie del Señor expirante.

Todo un deleite el poder ver los pasos a solas y disfrutarlos, aunque este regusto no tardo en perderse cuando visitantes, turistas, granadinos e impacientes cofrades llenaban la Catedral para verlo todo, eso sí, pagando su entrada.

Por la tarde ya serían nervios y vivencias personales debajo de un capillo que escoltaba al guión de la Hermandad.

Y sería de regreso ya cuando viviría otro de los momentos más bonitos de la jornada, cuando por la Carrera de la Virgen, los pasos del Señor de la Expiración y del Cristo de la Lanzada avanzaban mano a mano, como si de una misma Hermandad se tratase, hasta sus casas.

Estampas y vivencias únicas que esperemos no tengan que pasar otro centenar de años para que volvamos a vivir y con ello enriquecer nuestras vivencias cristianas.

Jorge Heredia, colaborador de 'Ser Cofrade' y hermano de San Agustín y Escolapios

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