lunes, 16 de mayo de 2011

La Passio según Carmen Mª Padial

El Huerto de regreso al Realejo (CPPB)

Aunque nadie entendía muy bien el por qué de todo lo que iba a ocurrir, el día amaneció diferente, el Realejo se despertó pensando en ver a sus hermandades de nuevo en la calle, en verlas regresar a casa después de haber sido protagonistas de la llamada Passio Granatensis. Sólo se respiraba silencio, se olía a incienso y se sentían las ganas de presenciar lo que nunca nadie había vivido antes y que nunca se podrá borrar de las retinas de quienes ese bendito sábado optaron por quedarse en Granada.

De negro respetuoso y de oración se vestían las calles que poco a poco indicaron el camino a un museo de pasos que hasta hacía unas horas se llamaba Catedral, cimbreando el olivo más grande que todo cofrade recuerda y con paso largo llegó el misterio de la Oración, lento pero seguro comenzó su andadura amaneciendo el día, en su recorrido abandonó el Realejo silente, vivió como los cofrades de otras hermandades vivían ese ansiado día, vio por primera vez en la calle al Señor de Granada y se adentró en lo que se convirtió en su templo de salida.

Cuando la tarde llegó, ya nada volvía atrás excepto ese misterio, paso que por culpa de la lluvia que quería ser testigo de este día, salió dos veces hasta que consiguió emprender el paso hacia Granada, hacia miles de personas que fueran de donde fuesen ese día lo vieron diferente, sin su banda, sin su gente, pero andando hacia el Realejo como si del Lunes Santo se tratase. Volviendo por calle Elvira, acompañado por una de esas bandas que consiguió un momento inolvidable, volvió al Realejo, a su casa como siempre, pero como nunca. Nada fue igual que siempre aunque todo fuera en el mismo escenario con los mismos protagonistas.

Rozando el Domingo de Resurrección el paso volvió a su convento, con sus Madres Comendadoras para contarles a esas benditas madres lo que se había vivido en Granada, lo que nada ni nadie puede oscurecer, volvió para soñar  con otros cien años y poder revivir lo que aquel día nadie conocía y ahora no se puede olvidar.

Carmen Mª Padial, colaboradora de Ser Cofrade y hermana del Huerto

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