lunes, 28 de febrero de 2011

La Passio según Lolo S. Valenzuela

El cortejo de Jesús Despojado por Gran Vía (IDEAL)

Mi Sábado Santo de Passio comenzó, como todos, a muy tempranas horas de la mañana. Aún en mi cuerpo se notaba el cansancio de la noche de antes, cansancio que supo a Gloria ya que poder estar delante de la Reina de Roma y mandando una cuadrilla de HERMANOS, sólo puede dejar ese regusto. Cansado pero ilusionado, la ropa estaba medio preparada para tal evento y digo 'medio' porque a esas alturas de semana es difícil ya encontrar los costales planchados, el pantalón en su sitio y las botas limpias... Un Sábado Santo si esta todo perfectamente preparado es mala señal, poco o nada se han usado los arreos de costalero. Sin echarme nada al cuerpo me dirijo a la plaza de Jesús Despojado, en pleno barrio Fígares fuimos convocadas las tropas cartujanas. Y como todo hay que decirlo llegué trde, si lo admito, con la consiguiente bronca del maestro, no se volverá a repetir (la menos en Sábado de Passio).

Las caras eran distintas, se mezclaba la ilusión con la responsabilidad, con la fatiga física, eran un cúmulo de circunstancias que hacían de esa igualá una distinta y ya son unas pocas por las que he pasado, pero esa era distinta. Se apreciaban cuellos ya castigados fruto de las 'corrías' propias de ese semana, nos quedaba aún un trago importante y era mucha la expectación que se había levantado para ese día en el mundo de la 'gente de abajo'.

Tras la igualá y sin mediar tiempo para nada nos dirigimos a la capilla de salida, el Misterio IMPRESIONANTE, nuestros hermanos de la priostía, una vez más, demostraban su buen hacer y su amor a la Hermandad. Una oración rapidita y para dentro, el palo ahí esperaba con su aroma de siempre con si frialdad y ternura, estábamos preparados y sonó el martillo... La primera levantá suave y fijaítos los costeros, pero tras cruzar el umbral de su puerta no sonaron esos sones cartujanos que siempre anuncian la llegada del Señor de Fígares, un silencio inundó las calles del barrio, tan sólo se podía percibir bajo la talla de Su misterio el susurrar de los hermanos y demás fieles que a tempranas horas allí acudieron.

Una vez en la calle, el andar fue más valiente y decidido si cabe, alargando la zancá nos pusimos en el Santo Ángel Custodio en un momento, bien trabajao Señores, relevo, el murmullo anunciaba que la igualá de los ratones tendrían el enorme orgullo de portarlo hasta las naves catedralicias y pensé que era buen momento para 'echarme algo al cuerpo', pero una voz desde el costero me llamaba: "Valenzuela pásate a la primera de la baja", yo ya que estaba medio enjaretao para verlo por fuera... Pero qué alegría más grande poder gozar la suerte de seguir trabajando bajo sus benditas plantas.

Tras unas largas y acompasadas chicotás llegamos a la Catedral, pusimos el paso donde nos encomendaron y allí quedó Su Divina majestad a la espera de una tarde cargada de sentimientos e ilusiones; eso sí pronto nos 'despacharon' de allí, al parecer no tenemos derecho los costaleros a echar un rápido vistazo de los pasos que allí concurrían, sólo cinco minutos, pero no, al final nos tratan como lo que somos' peones'.

Ahora sí, desayuno y tertulia con los demás compañeros de otras cofradías, rapidito a casa a estirar las piernas y con la vista puesta en la igualá de la tarde. No se hizo esperar la puñetera, cuando quise acordar ya estaba otra vez dispuesto a encontrarme con Él, estaba todo preparado para un paseo glorioso, todo, menos el tiempo, pero al final respetó o medio se dejó. Recuerdo la tarde como una de las mejores peonás que se han hecho bajo ese misterio y consecuentemente en nuestra Semana Santa, las levantás perfectas pese al cansancio de la gente de abajo, y es que los viejos tienen razón, el costalero da lo mejor de sí al cabo de unos pocos días sacando pasos. El recorrido esta vez fue amenizado por nuestros hermanos de la banda, sublimes, la llegada al barrio fue muy emotiva, quedándose grabada para siempre las levantás que dieron dos grandes personas y maestro como son Nacho Cuerva y Pepe Ferro.

Una Passio que terminaba posando los zancos del Misterio Cartujano en su capilla y con el rezo de sus hermanos. Una experiencia única desde el punto de vista de la gente de abajo.

Lolo Sánchez Valenzuela, costalero de Nuestro Padre Jesús Despojado de Sus Vestiduras

2 comentarios:

Triana-Bel dijo...

Este texto es el prólogo emocional de Madrid, gracias por recordarme ese día en la distancia.

costalero gruñón dijo...

qué bonito Lolo, ver que las vivencias, aun compartidas codo con codo, son diferentes a pesar de ser las mismas...me quedo con la mañana en silencio por el barrio, indescriptible...

Un abrazo